25.8.09

Cildo Meireles y Petit Mal en el MUAC


“Un destello entre disgustos”


Desde antes de su inauguración y hasta fecha reciente, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) ha recibido múltiples críticas y despertado disgustos en el medio cultural y académico del país. Esta situación se debe principalmente a tres factores: El alto costo para su construcción y la gran demanda de recursos para su funcionamiento, además de lo ostentoso de su arquitectura -que, como señalan especialistas, rompe la armonía del resto de los edificios del Centro Cultural Universitario- y por último, el poco éxito y lo elitista de sus exposiciones hasta ahora presentadas.

La exposición principal es de Cildo Meireles (Río de Janeiro, 1948) y se extiende a través de cuatro salas y que se presenta desde julio de 2009 hasta enero de 2010, no logra romper con dicha percepción. Con curaduría de Tate Modern y Guy Brett, la exposición del artista brasileño está compuesta por instalación, collage, dibujos y serigrafias.

De esta muestra, que en palabras de los curadores “no busca ser retrospectiva”, son sólo tres o quizá cuatro piezas -de más de veinte que la conforman- por las que vale la pena visitar el MUAC. Entre ellas está “Desvío al rojo”, una instalación que juega con la lógica visual del visitante por medio de la yuxtaposición de simbolismos.

Otras dos piezas interesantes son “Babel” y “A través”. La primera es una torre compuesta por varias decenas de aparatos radiofónicos encendidos al mismo tiempo, con sonidos en diferentes idiomas en una clara alusión al mito bíblico del que toma su nombre. La segunda es un camino, un laberinto de vallas con el piso formado por trozos de vidrio, que nos repele, pero al mismo tiempo nos invita a entrar y con cada paso (al romper los vidrios) sentir libertad.



De menores dimensiones, con muchas intenciones y gran sensibilidad ante el mundo actual, se expone “Petit Mal”, con curaduria de Alejandra Labastida, la serie de doce piezas logra atrapar a los visitantes, desde el principio hasta el final y con ánimo de volver a entrar, cada pieza nos envuelve en curiosidad.



El título de la exposición, es una alusión a la enfermedad neurológica, en la cual, quienes la padecen pueden tener lapsos cortos de perdida de memoria, en términos electrónicos un delay de diez o quince segundos en las funciones interface del cerebro. Bajo este precepto, cada artista ha creado su pieza y en conjunto, logran formar una excelente muestra de actualidad.





“¿Son cuernos? ¡No!, son alas?... podrían ser los brazos de un ave invisible” comentó una visitante ante la primer pieza de la exposición colectiva, “Interactive birds” de Chico MacMurtrie (Nuevo México, 1961). Que presenta una serie de brazos mecánicos, cubiertos con tela o papel blanco, que se mueven de arriba hacia abajo (y viceversa) en sincronía, colgados de una estructura de metal y plástico, ordenados por una interface programada y alimentados con electricidad.

Moscas o zancudos, insectos mecánico-eléctricos colgando del techo o caminando entre desperdicios industriales. Es la fauna posmoderna que presenta Parásitos urbanos de Gilberto Esparza (Aguascalientes, 1975).

Cada una de las obras que conforma Petit Mal podría ser apreciada de forma autónoma y sería disfrutada entre asombro y sonrisas por sus espectadores no obstante el diálogo que se establece en la salas es armónico y su discurso logra ser claro.






Entre las dos muestras del MUAC hay varias diferencias, pero una que salta a la vista radica en las exigencias que hacen a los visitantes. Mientras algunas piezas del brasileño Cildo Meireles exigen un previo bagaje cultural dentro del medio artístico y conceptual, que puede tornarse excluyente; la muestra colectiva, también con elementos conceptuales, logra crear un diálogo más intimo entre cada pieza y el usuario, permitiendo que la fruición estética sea tanto en la dimensión perceptual como conceptual.

Pablo Luna2

pblluna2@hotmail.com

La Trasgresión de la Descomposición

Catafalco, Teresa Margolles y Semefo, 1997.
El arte es la transcripción y reinterpretación de sentimientos, deseos, placeres e ideas, es también un modo de expresar y compartir, protestar y transgredir, llamar la atención y también darle forma a algo que no se podría o querría decir con palabras.
Uno de los temas recurrentes en el arte es la muerte, la muerte como el fin de todo, la muerte como un deseo de renacimiento, la muerte como metáfora de frustraciones, amores no correspondidos o el duelo ante ese hecho, el único evento seguro en nuestras vidas.
El despojo, la naturaleza muerta, la putrefacción, son algunas formas de mostrar este fin y degradación, el medio expresa la idea de la muerte, sujeto siempre a interpretación y la posibilidad de supedición a la belleza de la obra, no miramos la muerte en la obra, aunque sea esa su intensión.
Cuando el medio de expresión, el soporte, es lo putrefacto, pensar en la muerte es inevitable, aunque no el fin de lo que se expresa, nos viene a la cabeza todo el contexto de lo muerto convertido en parte de la expresión de una idea que no necesariamente es la muerte, lo muerto hablando de la vida, recordandonos la putrefacción que viene después de la muerte, que la muerte tiene una causa y parte del rito implica romper tejidos e inspeccionar órganos hasta confirmar las causas, proceso en el cual el cuerpo ya es sólo un objeto y la sangre una vez que deja de alimentar células se convierte en vehículo de bacterias y otros organismos que cumplen un ciclo.
A veces perfumada, a veces maquillada, la honramos y pronto se guarda y encierra bien en un lote, donde será homenajeada y olvidada en la mayoría de los casos. Bien se puede cremar y de ambas formas nos aseguramos de no saber de los despojos, de los gusanos y demás insectos que hacen su festín de estos restos orgánicos. Actos que solamente reflejan nuestro disgusto hacia la muerte, la propia por supuesto, porque al final la muerte sólo importa a los vivos, porque los muertos ya no sienten nada. Esto lo saben bien quienes trabajan con ellos, los que los recogen en las calles, embalsaman, abren en búsqueda de respuestas, son un montón de carne y otros tejidos a los que no se les puede tener muchas consideraciones, tejidos que pronto se desintegran, líquidos que fluyen y gotean, pronto se convierten en alimento, pronto se llenan de colonias de insectos. Despojos que son clave para el estudio médico, que en algunos casos servirán para descubrir que llevó a la muerte a un individuo o bien saber que nos mata, que nos enferma.
Es el caso de gente como Teresa Margolles, Peter Witkin, Andrés Serrano y Grupo Semefo, que convierten la muerte en el medio y materia prima para la expresión de ideas.
Teresa Margolles, nace en México en 1963 en Sinaloa, estudió medicina forense y ciencias de la comunicación. En los noventas con Arturo Angulo, Juan Luis García Zavaleta y Carlos López Orozco crean Grupo Semefo, su trabajo explora a través de fotografías, instalaciones y video, la muerte, la violencia en ella, los procesos y rituales forenses, su obra transgrede nuestra elección de no querer saber nada de la descomposición después de la muerte y mucho menos saber las causas exactas o bien saber que mueren cientos de personas a diario de formas violentas y que hemos perdido la humanidad ante éste hecho.
Los restos son parte de la obra, el acto de putrefacción, el agua de limpieza de cadáveres que se va la cañeria, cabellos y piel, mostrandonos en algunas obras, los procesos forenses. La obra inevitablemente nos hace pensar en la muerte, muchas veces en el desagradable, sin embargo natural, proceso de descomposición, en la desintegración y en el maltrato de un cuerpo que ya no requiere mejores tratos, que ha dejado de ser un contenedor de ideas o simbolismos. Se convierte en simbolos de la desigualdad, de la violencia, de la deshumanización, ante el dolor.
Nos hace pensar en los muertos que se van a la basura porque no hay más opción, en los muertos que solo son una rutina, un muerto más que no queremos ver, un encobijado que previa fotografía se crema o se va un foso común, a descomponerse anónimamente con otros tantos muertos sin dueño, sin honores, un individuo que solamente se convierte en materia y se olvida.
Tenemos muertos que no nos son incómodos, solo nos estorban; bebés no deseados considerados desechos, muertos que esperamos olvidar pronto o que hacemos como que olvidamos, mientras se convierten en archivos de casos que nunca serán resueltos, en "ajustes de cuentas" que no requieren la búsqueda de justicia.
En una de sus obras, Ajuste de cuentas, presenta Joyería, hecha de oro y restos de vidrio que recoge de la escena del crimen o bien quedaron incrustados en los cuerpos masacrados en tiroteos. Se denuncia a través de sus obras esta violencia extrema a la que nos hemos acostumbrado y hemos aprendido a ignorar, nos recuerda que siguen muriendo mujeres en la frontera, que no son números, muertos provenientes del tráfico de droga en los que no se piensa cuando se dá el “toque” para olvidar un poco el mundo asfixiante en el que se vive.
Restos de cremaciones como maqueta de una tierra de cenizas y restos de hueso, armas que quitan vida, instrumentos que rasgan la piel, piel que como la de los animales se convierte en un accesorio, en una expresión que trasciende al portador.
Así, Teresa Margolles no nos deja olvidar, ni fingir que seremos inmateriales después de la muerte. No es posible ser indiferente, nadie quiere tocar los restos de los muertos, nadie quiere saber de ellos. Vemos noticieros y periódicos amarillistas con gente atrapada en fierros, tirada en la banqueta, encobijada a lado de una autopista, gente sin cabeza y una muerta mas en el desierto, siendo indiferentes y sintiéndonos inmunes y a través de la incomodidad que provoca una lengua perforada putrefacta de un adolescente que ha muerto en una batalla callejera solo queda pensar que algo está mal, muy mal.

Silencio
Guillermo Martínez
Agosto 2009

DAMIEN HIRST, El arte del marketing

Uno de los personajes más poderosos del arte es Damien Hirst, éste británico que junto a su compañía Science, ha creado todo un sistema de producción artística, mercadotecnia y publicidad, que lo ha hecho encabezar la lista de las figuras más poderosas del arte contemporáneo que año con año publica la revista Art Review y es que todo el marketing y estrategias publicitarias alrededor suyo, han superado los estándares para cualquier apreciación del arte por sí mismo.

Este perteneciente a la escuela de los denominados Young British Artists que saltó a la fama a principios de los noventa cuando el coleccionista Charles Saatchi lo incorporó a éste grupo, característico por la utilización de materiales inusuales y de animales, que ya desde sus inicios gozó de una gran cobertura mediática y ahora pasados los cuarenta, no sólo ha revolucionado la forma de concebir el arte, sino la forma de mercadearlo a la usanza de un buen producto de consumo, no para todo público, eso es un hecho; y es que no hace mucho logró vender materiales de su obra retrospectiva y actual en cantidad de 200 millones de dólares, superando incluso a Pablo Picasso.

Recordemos también los 13 millones de euros que recaudó el Becerro De Oro, en subasta pública, estableciendo un récord en Sotheby’s, galería que realizó el remate, donde 21,000 personas visitaron el recinto, constituyendo lo que ya era una Hirstmanía.


Damien Hirst es el artista más rico del mundo gracias su gran talento sin duda, pero en definitiva también, a las premisas capitalistas que rigen su entorno, donde personas como Larry Gagosian, de los más influyentes comerciantes en Nueva York y Jay Joplin, propietario de la galería White Cube en Londres, lo han reforzado como uno de los grandes artistas del momento.

Estas proezas del marketing se destacan con la venta por más de 74 millones de euros, por ejemplo de una calavera humana construida de platino y diamantes, con más de 8 mil brillantes incrustados de un peso total de 1.100 quilates, destacando que éste es uno de los más claros modelos de la industrialización de su arte, es decir, ya que ésta como otras tantas de sus obras si bien fueron concebidas por él, técnicamente fueron construidas por terceros, en éste caso una joyería londinense.


Hablar de su compañía Science es hablar del centenar de personas que trabajan para él y a los que el artista considera sus obreros, ya que ellos son los que se encargan de cristalizar cada una de sus ideas, ya sea para el taller de pintura, escultura o instalaciones; éstos obreros son quienes han restaurado obras como Madre e Hijo Divididos o el tiburón de la pieza titulada La Imposibilidad Física De La Muerte En La Mente De Alguien Vivo de la cual es dueño el coleccionista norteamericano Steve Cohan y por la que pago más de 9 millones de euros.
Pero al hacer una retrospectiva del trabajo de Hirst y de su modus operandi es inevitable pensar en Walter Benjamín también, y en su ensayo La Obra De Arte En La Era De La Reproductibilidad Técnica porque si bien aunque uno esté frente a una obra en los formatos a la usanza de la técnica de mantenimiento de cuerpos animales en formaldehído, uno supone reconocer lo estético de la pieza, pero no deja de caer en la no evidencia de éste esteticismo como Benjamín plantea.

Indudable es la novedad que causa Hirst ante la transformación de toda técnica en su arte y la operación del mismo, a través de la conservación de animales, lo que habla no sólo de su inventiva artística, sino de la modificación que hace a la noción misma del arte. Es a éste respecto que Benjamín aborda en su teoría sobre la condición de la obra de arte en el seno de las sociedades industriales, la gran dimensión que cobra el contexto económico cultural, pero más allá de eso, los modos de significación, en un nuevo régimen, haciendo plausibles obras como las de Hirst.

De tal forma que éstos cambios que el proceso de modernización capitalista ocasiona en las estructuras de interacción social, determinan las condiciones de aprehensión de arte como el de Damien, donde las condiciones socioeconómicas del entorno que lo legitimiza, (llámense marchantes o grandes galerías de arte) en una hermenéutica sui generis nos hace apropiarnos de su arte como espectadores inmersos en un capitalismo y es que seguramente Sotheby’s equipara perfectamente un banco donde las obras de Hirst cada vez están más a la alza, con todo y que el propio artista dice respetar el dinero y que aunque sea algo muy importante en la vida, lo que hace, lo hace por amor al arte, no amor al dinero, ¿será?

Lo que realmente se apunta con éste acercamiento de la filosofía de Benjamín sobre el trabajo de Hirst no es meramente la reproducción como una posibilidad de copiado, sino como sugiere Max Weber, una suerte de cambio estructural en el sentido de la reproducción misma, es decir lo que se considera históricamente nuevo, el proceso por el cual la técnica que utiliza Hirst a través de sus obreros en un proceso de reproducción de influencias de manera creciente que determinan la estructura de la obra de arte y que dan a la misma un nuevo estatus, ya sea por el cambio que realizan sus obras en la función misma del arte o por su acrecentado valor de exhibición.

Sin duda todos estos acontecimientos son parte de la polémica que desata el artista y que ha contribuido a convertirlo en uno de los más cotizados, calculando una fortuna de más de 300 millones de euros, aunque cabe destacar que algunas de sus ganancias también han tenido fines benéficos como el apoyo a Survival Internacional, Defensa De Los Pueblos Indígenas y Tribales Del Mundo) y a Strummerville, Organización en memoria del músico de Clash, Joe Strummer.

La formación artística de Hirst parte del diseño industrial y es justo ésta la que en gran medida ha otorgado el carácter de pieza industrializada a sus obras, aunada a su educación en el estudio de las Bellas Artes que realizó en Londres; pero compaginando su discurso estético hay otro elemento simbólico que distingue gran parte de sus obras y es el que representa la muerte y la vida, en una dicotomía y dialéctica que refiere a la vida como una especie de paradoja en la que no se puede estar una sin la otra, la vida sin la muerte y la muerte sin la existencia de vida.

Muestra de ello, el discurso manejado en La Imposibilidad Física De La Muerte En La Mente De Alguien Vivo, donde se refiere a un contenido que lo mismo refleja temores o dudas sobre el tema de la muerte, que la incapacidad de concebirla como algo inherente al ser humano, el propio Hirst en algún momento declaró que cuando era niño siempre le decían que no importaba lo que uno hiciera porque se moriría igual, que tal argumento le molestaba y lo hacía pensar que debía tener una salida, y aunque sus obras parezcan ser sobre la muerte, son más sobre la vida, aunque también indirectamente el punto en el que ésta termina.

La naturaleza de lo muerto en general es uno de los elementos que Hirst plantea, desde su anatomía por ejemplo en la obra de The Virgin Mother extensión de la pequeña bailarina de Degas impactante por su contundencia y fuerza biológica.

Finalmente Damien Hirst como el mismo plantea, siempre reflejará o pretenderá reflejar la realidad a través de sus conceptos artísticos según alude con la cita de John Ruskin El arte es sujetar un espejo ante la vida en la que conforme la sociedad evolucione, el arte lo hará.

Ya sea creando entre frascos de medicamentos, litros y litros de formol o instrumentos de disección éste artista proveniente del punk y amante de los Sex Pistols, seguirá trasgrediendo los límites de lo permisible en la construcción del arte contemporáneo, lo mismo con obras donde el elemento principal sea un animal o donde filas de círculos coloreados al azar constituyan pinturas gigantes.

Su arrojado sentido de la manipulación y del espectáculo que lo ha llevado a los términos estrictos de la estética, donde todo puede ser arte, seguirá siendo objeto de campañas publicitarias, asesoramientos financieros, relaciones públicas y estudios de mercado para continuar con la revolucionaria aventura de desarrollar también el tradicional papel de las galerías de arte.

La fama global y una cuantiosa cuenta bancaria seguirán siendo el pan de cada día para Hirst, acompañado de su ejercito de más de cien obreros que ya sea lo lleven por la nueva vía de la pintura como muchos aseguran, o por la inspirada en la ley del dinero de la mano de su agente contable Frank Dunphy, que al fin y al cabo cumplirá con los estatutos de la era del marketing, del todo vale en el museo y en la calle, popularizando porqué no, también en la moda y es que si ya ha llegado a los mercados fashionistas de la mano de Levi’s, con Warhol Factory en el desarrollo de colecciones, porqué no ha de seguir con la osadía comercial en las leyes del mercado en el que él mismo manifestó que de querer vender una obra tendrá que hacerlo por menos, haciéndolas más asequibles a la cultura popular y ahora si convertirse en un producto de consumo masivo, cualquiera de los escenarios finalmente seguirá siendo foco de atención de la escena artística, galerías, marchantes y amantes del arte.


Adrianne Ornellas

24.8.09

Duchamp al desnudo, incluso….


En la búsqueda de un artista que haya contribuido a la expresión y de-construcción del arte de nuestra época, no viene a mi mente otro nombre que Marcel Duchamp, indudable pilar del arte contemporáneo.

Duchamp ha pasado a la historia por su obra trasgresora y su estilo de vida, que para algunos es parte de su expresión artística, mientras que para otros es sólo un gesto de indiferencia y falta de creatividad, en parte por dedicar los últimos años de su vida a jugar ajedrez y sumado a la creación de cada una de sus obras en miniaturas, que intencionalmente acaban con el aura y la unicidad de su propio trabajo.




Los meritos que se atribuyen a Duchamp resultan escandalosos y vanguardistas. Al ser padre del ready made, rompió con la barrera entre la cotidianidad y el arte, dándole estatuto artístico a un objeto ordinario que carece de belleza y anestesiado ante el disfrute, como muestra tenemos al urinario que convierte en fuente y lo introduce a un espacio museístico.




Además, termina con el concepto de autor/creador, al firmar sus obras con un nombre de mujer, aludiendo a los cambios del destino (Rose Selavy) y negando su propia autoría en estos objetos encontrados.




Estos son sólo algunos de los legados que deja Marcel, acertijos que permiten al arte comenzar una nueva etapa de auto reflexión y ceder espacios a la posmodernidad artística con la creación de obras que cuestionen y permitan conocer mejor nuestro entorno cultural y social.

El Gran vidrio...


El Gran vidrio (1923) declarado por su autor definitivamente inacabado después de 8 años de creación, es una escultura que atrae la mirada del espectador pero no lo requiere, lo invita a descifrarla pero es un enigma que se resuelve a sí mismo a cada segundo, ya que cuenta con orificios y discos, sus ojos espectadores que devoran su propia existencia.


Lo que cuenta el Gran Vidrio está roto, no hay una secuencialidad clara. Está marcado por el velo trasparente de la novia que ha salido a la luz, al romperse el vidrio que enmarca toda la obra…. la ha unificado y ha mostrado que el velo, como mito y ritual, unifica las dos mitades… ha unido a los solteros con la virgen que despojarán.

Duchamp rompió con el estereotipo de belleza femenina, mostrando una virgen que rompe con los cánones establecidos, enmascarándola en la abstracción de su obra, al volverla parte de una historia donde la pulsión es el motor de vida de su propio universo.

Ha dado rienda suelta a su imaginación viendo al hombre convivir con maquinas; hombres que piensan y actúan como maquinas; mujeres que se vuelven maquinas reproductoras y aparatos domésticos, pero a su vez, humaniza con su abstracción y da vida y movilidad a los estereotipos que pinta y monta en el vidrio.

Duchamp creó una obra maestra y notable del arte contemporáneo, con características que rompen no sólo con los materiales de una escultura, sino los valores sociales y morales, en donde la mujer es vista como una máquina de procreación, una virgen que a través de las pulsiones y la narrativa de la obra se convierte en puta, materializando sus pulsiones en una vía láctea que cobija la obra; por otro lado muestra a los solteros como títeres hipnotizados por la virgen, que al activar el molino de chocolate obtienen una mezcla lechosa y espesa que los excita y activa la su masculinidad sometida.

El gran vidrio es una obra que se retoma constantemente como paradigma de las creaciones artísticas contemporáneas, dando pauta a la creación de universos que exponen el pensamiento actual y que dejan ver de manera crítica las complicaciones de lo ordinario.
Jordi Gallo / Agosto 2009.